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Te invito a leer un libro.


Dado que el domingo 18 fue el Día Internacional del Museo, y Puerto Esperanza Misiones reabrió las puertas de su Museo "El Tupí", encontré oportuno mencionar un interesante libro que es una recopilación de datos, vivencias y anédoctas, relata acerca del Departamento de Iguazú, por ende este libro se nutre de muchos sucesos, e importantes datos de Puerto Esperanza. El libro que hoy Marisol Invita es "LA SELVA VENCIDA", Crónica del Departamento de Iguazú. ( Dr. Ladislao Ziman y del Ing. Agr. Alfonso Scherer, una colección dedicada al noroeste Argentino).
Todo esto que estoy contando se encuentra escrito en este hermoso libro, para aprender y disfrutar de los misterios de la selva.
A continuación les cito un pequeño relato del libro, espero que les guste y les entusiasme para leerlo. Es importante nutrirse intelectualmente, esta es una buena oportunidad. Saluda cordialmente. Marisol (solschembari@gmail.com)

Silencio...silencio profundo... sombras negras, con opacas manchas plateadas, reinan en el Río Alto Paraná.
Solamente el arrullo dulce de la corredera lejana vibra en el aire, a la luz de la luna creciente, como suspiro suave de la serpiente gigante, envuelta en sueño, con lánguidos y silenciosos movimiento de sus aguas misteriosas.
Solemnes palmeras pindos en los declives, de altos tallos gallardos, surgidos de la confusa vegetación oscura, vigilan su dueño con sus inmóviles abanicos, acompañando las características siluetas graciosas de los bambúes-tacuaras que se inclinan, como miles de cañas de pescadores, de oscuro verde olivo, sobre la barranca pronunciada. Bizarras lenguas delgadas de tinta china marcan la opaca superficie azul-marino y plateada de un gran remanso, donde ya lava su cara cortada la luna colorada, al lado del reflejo oscuro del lapacho de la costa, con indefinido ovillo negro en su gajo prominente.
Se siente la inmovilidad y se escucha el silencio...
el momento crítico, cuando la luz de la luna pierde intensidad y agoniza la selvática noche misionera.
Paulatinamente se levanta una brisa delicada, que arruga en el remanso la envejecida cara pálida de la luna y remueve las hojas abanicadas de los pinos pera despertar al río.
Esparcidos como estrellas brillantes en el borroso cielo matinal, en la ribera opuesta aparecen puntos ardientes.
Los fuegos de los hacheros se encienden en Paraguay, para calentar sus imprescindibles mates amargos y preparar el reviro, con el fin de juntar y conservar sus fuerzas para el arduo trabajo cotidiano.

1 comentarios:

ina46 dijo...

Doña pachula... es Noreste argentino. Sino se me va para salta inmediatamente.
Besitos...