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“Abuela Clemencia, el sol de la Aldea Yyryapu”

Quiero dedicar esta nota a la Abuela Clemencia, guía espiritual de la Aldea Yyryapu, una mujer dulce, con muchos años de experiencia, y sobre todo la carga pesada que viene arrastrando junto a su comunidad en esta marginación que los Mbya Guaraní como al igual que muchas otras comunidades en distintas partes del país vivieron y viven actualmente.

Aquella vez que fui a visitar a la “Aldea Yyryapu”, recuerdan hace poco les conté en la nota que dice Gracias a Claudio, bueno en un momento dado casi al finalizar mi visita, tuve la oportunidad de estar junto a la “Abuela”.
Sentada junto a la abuela Clemencia y al rededor estaba su familia, compartí unos minutos con ellos. Yo quería hablar con la abuela, escucharla, saber de su sentir, pocas fueron las palabras, pero muy especial para mí, en ese momento la observaba detenidamente, sus rasgos tan profundos que le dan la fuerza de su gente, su mirada tan dulce como solo los abuelos nos saben regalar, algunos pliegues en su rostro que marcan el paso del tiempo, y toda la sabiduría, el respeto y el amor que nacía de la hermosa abuela Clemencia.
Es tan mágico como uno puede traer rápidamente los recuerdos a la mente, ya que desde pequeña, pude disfrutar a mis abuelos, las abuelas tanto materna como paterno, han de dejarnos sus historias, sus enseñanzas entre ellas las recetas, el tejido, el bordado, el cuidado de las plantas, el amor, el respeto y mis abuelos los juegos, mi abuelo paterno nos regalo una hamaca hecha por él, elaborada y pintada con sus propias manos, para que pudiéramos disfrutar mi hermano, mi hermana y yo. Algunas tardes íbamos con él y mi abuela a pasear con un camión, bellos atardeceres de recorridas en el campo, mate y admirar la naturaleza que regalaba cada paisaje. La oportunidad de disfrutar a los abuelos es única, mi abuelo materno también nos regalaba cosas, lo más tierno que recuerdo de él es cuando me tomaba de la mano, caminábamos en el jardín de mi casa, deteniéndonos en cada flor, en cada árbol, en el cantar de las aves, así me enseñaba los colores de la madre naturaleza. Que encanto y alegría cultivaban en nosotros mis abuelos.
Ahora de grande admiro a los pequeños ver jugar con sus abuelos, pero muchos en esta sociedad tan materializada, que corre deprisa, se olvidan de darle la importancia y el valor que ellos tienen.
Es importante compartir con ellos, sobre todo respetarlos, escucharlos, entenderlos, ellos son el mejor manual de sabiduría para tomar los consejos básicos para explorar los caminos en nuestras vidas.
Que interesante es cultivar desde nuestros hogares el amor y el respeto por nuestros mayores, y trasmitirles con todo el corazón que los necesitamos, que no sientan que la edad los deja en un rincón y sin sentido, hoy y ahora más que nunca es importante regalarle a los abuelos una sonrisa, una mirada feliz, por esta vida que nos regala la oportunidad de tenerlos.
Aunque ya no tengo a mis abuelos, solo el hermoso recuerdo, pero la vida me regalo la posibilidad de conocer un lugar especial, como lo es la aldea, sobre todo su gente, en especial la abuela, quien no se deja vencer lucha y vive, con toda la “Fe”, de encontrar la paz para su gente, el amor y el respeto, en esta humanidad atorada por la tecnología , la hora y la presión laboral, pero que tiene un corazón y en cualquier momento puede reflexionar y salir corriendo para regalar el más tierno abrazo al abuelo más cercano.
Con “Amor”, para la “Abuela Clemencia”. Y toda la fuerza de la vida para nuestros abuelitos de todo el mundo.
Emocionadamente. Marisol
solschembari@gmail.com

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