20:32

“Felicidades Puerto Esperanza- 83º Aniversario”


Puerto Esperanza- Misiones. Junto con la llegada de los calidos rayos del sol, donde da comienzo la “Primavera”, junto con las mariposas y algunas atractivas flores, características de Misiones, como las orquídeas, la azaleas, las rosas, las coronas de novia, los frondosos lapachos, acontece la llegada de una fiesta especial para el pueblo de Puerto Esperanza, dado que celebra su cumpleaños, este 25 de septiembre de 2009 Puerto Esperanza festeja sus 83º Aniversario, con toda la alegría, el color, sus tradiciones, y toda la cordialidad que identifica a cada esperanseño, el poblado disfruta y comparte, cada momento, cada emoción, durante todo el mes de septiembre a través de los distintos eventos para chicos y grandes.
Puerto Esperanza es uno de los pueblos más bonitos del departamento de Iguazú, de hecho es “Cabecera del Dpto. Iguazú”.

Ingresar a esta localidad, es encontrar la paz de la naturaleza, la envuelve en una majestuosa biodiversidad, creando una armonía combinada entre el medio urbano y el rural, paisajes profundos, su flora, fauna nativas, destacan la ciudad.
Los motivos arquitectónicos, los parques, los caminos de tierra colorada, otros de asfalto, hacen de Puerto Esperanza una opción, un lugar para vivir, visitar, recorrer, disfrutar, realmente observar, mirar y encontrar una ciudad en la selva.
No falta la variedad de comercios, el “Centro del Pueblo” donde hay una variedad para todos los gustos.
Bueno para esta ocasión, los 83º Aniversario de Puerto Esperanza, me agrada compartir con ustedes la alegría que esta viviendo este pueblo tan hermoso, de la Provincia de Misiones, Argentina.
Gracias a la amabilidad de un vecino, podemos compartir el hermoso video, de “Puerto Esperanza”, sobre la ciudad, su historia, cultura, turismo, en fin espero que lo disfruten tanto como yo, y si hay alguna inquietud, o el hecho de compartir algún material de este pueblo, fotos, dibujos, opinión, etc. Serán muy bienvenidos.
Los saluda cordialmente. Marisol

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17:38

El Colono y la Agricultura


El 8 de Septiembre fue el Día de la Agricultura y del Productor Agropecuario, es oportuno recordar este día puesto que en Argentina se encuentran diversas extensiones de campos que reflejan los más variados y coloridos paisajes.
Esta es una ocasión especial para tener presente que en muchos pueblos de la Argentina aun vive la belleza natural del paisaje y su gente trabajadora que cultiva con simples herramientas, con esfuerzo y labor constante, como lo han hecho los primeros colonos, como se puede apreciar a través de la historia.

Si bien el mundo evoluciona y se implementan nuevas tecnologías no todos tienen la posibilidad de acceder a ellas, así es como están los actuales agricultores con técnicas avanzadas, y los más nobles colonos dignos de tenerlos presentes y aprender de sus exquisitos valores que tradicionalmente se destaca en distintas regiones del país.
Podría mencionar cualquier parte de la región y extenderme en sus encantos, sin embargo me da mucho gusto redactar y explayarme un poquito en las bondades de una provincia de Argentina que quiero mucho, una provincia donde resalta los caminos de Tierra Colorada, la profunda selva, extensa, resguardando la vida de los animales, la diversidad de su flora, y ese clima tropical que le da la magia a este increíble bioma.
Misiones, tan hermosa, llena de vida y color, desde Posadas hasta Iguazú, se puede apreciar distintos pueblos, la cultura, las tradiciones.
Entre ellos siempre presente están los colonos, las grandes masas cultivadas.
Se destacan los cultivos de yerba mate, té y, en menor medida, tabaco, caña de azúcar, algodón, arroz, maíz, café, plantas aromáticas (lemon grass o pasto cedrón, vetiver, menta japonesa y citronella), plantaciones de cítricos (mandarinas, pomelos, limones, limas y naranjas) y de sandías, frutillas, melones, duraznos, manzanas (poca cantidad), bananas, aguacates o paltas, ananás y papayas o mamones. Plantaciones de tung o aleurite, soja, vid (pequeño número), mandioca y hortalizas.
En la zona de Santa Ana se extraen plantas medicinales, y se está construyendo un vivero para mejorar su producción.
Tierra fértil que nos da sus frutos, sabor y vida para el ser humano, no olvidemos su importancia, saludamos en este día al laborioso productor agropecuario.
Cordialmente. Marisol

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18:42

7 de septiembre - Día del Reconocedor de Suelos


El suelo, un recurso natural tan vital para la vida, tan bondadoso la principal base para nuestros alimentos, tan generoso, el espacio para que habiten distintas especies, animales, vegetales, con diferentes capas,textura y color,este recurso tan estudiado por distintos especialistas, así festejamos este Día del Reconocedor de Suelos.


7 de septiembre - Día del Reconocedor de Suelos

Fue instituido el 7 de septiembre como “Día del reconocedor de suelos”, debido a que ese mismo día del año 1964 dio comienzo el primer curso de especialización en reconocimiento de suelos, organizado por el Plan Mapa de Suelos de la Región Pampeana, en Argentina.

El 14 de abril de 1968 se inició un 2° curso organizado por el INTA, donde se formó un gran número de profesionales, especialistas en reconocimiento de suelos.

Lo que se ha logrado es tener el conocimiento taxonómico de los suelos, inventariar el recurso suelo y evaluar las tierras argentinas, observando sus diversos usos agropecuarios actuales y definir sus aptitudes para el uso agropecuario más apropiado y su planificación, en diferentes niveles desde los regionales hasta las unidades de producción.

Los profesionales básicos son: Geólogos con conocimientos sobre los materiales, sedimentos, paisajes, y sus técnicas de reconocimiento y construcción de mapas. Ingenieros Agrónomos, con conocimientos biológicos y sus técnicas agropecuarias. Químicos con sus conocimientos de las técnicas analíticas físico-químicas y técnicos auxiliares con estudios diferenciales.

En la actualidad se han incorporado Analistas de Sistemas para el manejo electrónico de datos e imágenes y Biólogos con conocimiento sobre la fauna del suelo.

La información obtenida por esta amplia gama de especialistas, esta conformada por la memoria y la cartografía de suelos del INTA y es utilizable para: evaluación de las potencialidades, usos agropecuarios, en ingeniería civil, guía para presuntos compradores de tierras, colonización de nuevas áreas, avalúo de tierras.

Planeamiento del uso, zonificación agropecuaria, áreas para riego y drenaje, medidas para reducir las inundaciones, usos y conservación del suelo.

Planificación de establecimientos agropecuarios, usos agropecuarios principales, sistemas de cultivos y labranzas, conservación, mejoramiento y recuperación de suelos, uso y distribución del agua.

Programación de asistencia técnica y extensión agrícola, de carácter regional y local. Investigación, experimentación y desarrollo agropecuario.

En la actualidad el INTA, ha informatizado sus bases de datos, empleando además la cartografía digital para sus mapas de suelos y con la utilización de los Sistemas de Información Geográfica (SIG), aerofotografías, e imágenes satelitales, que juntamente con el empleo de Sistema de Posicionamiento Global (GPS), conducen a la agricultura de precisión, y a mantener actualizadas las áreas con bosques nativos, con forestación, de riego, de desastres naturales, y control ambiental del territorio argentino.

Info proporcionada por el Geólogo Luis Alberto Gómez .Instituto de Suelos. INTA Castelar.

Fuente: http://www.alihuen.org.ar/efemerides/7-de-septiembre-dia-del-reconocedor-de-suelos.html

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18:13

Que sabemos de la Higiene...


El pasado 3 de Septiembre fue el Día de la Higiene, un tema para tener en cuenta, es importante en nuestras vidas cotidianas y sobre todo educar a los niños, para que de pequeños aprendan las medidas sanitarias, es muy importante distintas enfermedades asechan y gracias a la higiene se pueden prevenir, aunque no nos demos cuenta.
Para celebrar este día los invito a leer una pequeña historia de la higiene.

Historia de la Higiene


El escritor Sandor Marai, nacido en 1900 en una familia rica del Imperio Austrohúngaro, cuenta en su libro de memorias Confesiones de un burgués que durante su infancia existía la creencia de que “lavarse o bañarse mucho resultaba dañino, puesto que los niños se volvían blandos”. Por entonces, la bañera era un objeto más o menos decorativo que se usaba “para guardar trastos y que recobraba su función original un día al año, el de San Silvestre. Los miembros de la burguesía de fines del siglo XIX sólo se bañaban cuando estaban enfermos o iban a contraer matrimonio”. Esta mentalidad, que hoy resulta impensable, era habitual hasta hace poco. Es más, si viviéramos en el siglo XVIII, nos bañaríamos una sola vez en la vida, nos empolvaríamos los cabellos en lugar de lavarlos con agua y champú, y tendríamos que dar saltos para no pisar los excrementos esparcidos por las calles.

• Del esplendor del Imperio al dominio de los “marranos”

Curiosamente, en la Antigüedad los seres humanos no eran tan “sucios”. Conscientes de la necesidad de cuidar el cuerpo, los romanos pasaban mucho tiempo en las termas colectivas bajo los auspicios de la diosa Higiea, protectora de la salud, de cuyo nombre deriva la palabra higiene. Esta costumbre se extendió a Oriente, donde los baños turcos se convirtieron en centros de la vida social, y pervivió durante la Edad Media. En las ciudades medievales, los hombres se bañaban con asiduidad y hacían sus necesidades en las letrinas públicas, vestigios de la época romana, o en el orinal, otro invento romano de uso privado; y las mujeres se bañaban y perfumaban, se arreglaban el cabello y frecuentaban las lavanderías. Lo que no estaba tan limpio era la calle, dado que los residuos y las aguas servidas se tiraban por la ventana a la voz de “agua va!”, lo cual obligaba a caminar mirando hacia arriba.

• Vacas, caballos, bueyes dejaban su “firma” en la calle

Pero para lugares inmundos, pocos como las ciudades europeas de la Edad Moderna antes de que llegara la revolución hidráulica del siglo XIX. Carentes de alcantarillado y canalizaciones, las calles y plazas eran auténticos vertederos por los que con frecuencia corrían riachuelos de aguas servidas. En aumentar la suciedad se encargaban también los numerosos animales existentes: ovejas, cabras, cerdos y, sobre todo, caballos y bueyes que tiraban de los carros. Como si eso no fuera suficiente, los carniceros y matarifes sacrificaban a los animales en plena vía pública, mientras los barrios de los curtidores y tintoreros eran foco de infecciones y malos olores.

La Roma antigua, o Córdoba y Sevilla en tiempos de los romanos y de los árabes estaban más limpias que Paris o Londres en el siglo XVII, en cuyas casas no había desagües ni baños. ¿Qué hacían entonces las personas? Habitualmente, frente a una necesidad imperiosa el individuo se apartaba discretamente a una esquina. El escritor alemán Goethe contaba que una vez que estuvo alojado en un hostal en Garda, Italia, al preguntar dónde podía hacer sus necesidades, le indicaron tranquilamente que en el patio. La gente utilizaba los callejones traseros de las casas o cualquier cauce cercano. Nombres de los como el del francés Merderon revelan su antiguo uso. Los pocos baños que había vertían sus desechos en fosas o pozos negros, con frecuencia situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba el riesgo de enfermedades.

• Los excrementos humanos se vendían como abono

Todo se reciclaba. Había gente dedicada a recoger los excrementos de los pozos negros para venderlos como estiércol. Los tintoreros guardaban en grandes tinajas la orina, que después usaban para lavar pieles y blanquear telas. Los huesos se trituraban para hacer abono. Lo que no se reciclaba quedaba en la calle, porque los servicios públicos de higiene no existían o eran insuficientes. En las ciudades, las tareas de limpieza se limitaban a las vías principales, como las que recorrían los peregrinos y las carrozas de grandes personajes que iban a ver al Papa en la Roma del siglo XVII, habitualmente muy sucia. Las autoridades contrataban a criadores de cerdos para que sus animales, como buenos omnívoros, hicieran desaparecer los restos de los mercados y plazas públicas, o bien se encomendaban a la lluvia, que de tanto en tanto se encargaba arrastrar los desperdicios.

Tampoco las ciudades españolas destacaban por su limpieza. Cuenta Beatriz Esquivias Blasco su libro ¡Agua va! La higiene urbana en Madrid (1561-1761), que “era costumbre de los vecinos arrojara la calle por puertas y ventanas las aguas inmundas y fecales, así como los desperdicios y basuras”. El continuo aumento de población en la villa después del esblecimiento de la corte de Fernando V a inicios del siglo XVIII gravó los problemas sanitarios, que la suciedad se acumulaba, pidiendo el tránsito de los caos que recogían la basura con dificultad por las calles principales

• En verano, los residuos se secaban y mezclaban con la arena del pavimento; en invierno, las lluvias levantaban los empedrados, diluían los desperdicios convirtiendo las calles en lodazales y arrastraban los residuos blandos los sumideros que desembocaban en el Manzanares, destino final de todos los desechos humanos y animales. Y si las ciudades estaban sucias, las personas no estaban mucho mejor. La higiene corporal también retrocedió a partir del Renacimiento debido a una percepción más puritana del cuerpo, que se consideraba tabú, y a la aparición de enfermedades como la sífilis o la peste, que se propagaban sin que ningún científico pudiera explicar la causa.

Los médicos del siglo XVI creían que el agua, sobre todo caliente, debilitaba los órganos y dejaba el cuerpo expuesto a los aires malsanos, y que si penetraba a través de los poros podía transmitir todo tipo de males. Incluso empezó a difundirse la idea de que una capa de suciedad protegía contra las enfermedades y que, por lo tanto, el aseo personal debía realizarse “en seco”, sólo con una toalla limpia para frotar las partes visibles del organismo. Un texto difundido en Basilea en el siglo XVII recomendaba que “los niños se limpiaran el rostro y los ojos con un trapo blanco, lo que quita la mugre y deja a la tez y al color toda su naturalidad. Lavarse con agua es perjudicial a la vista, provoca males de dientes y catarros, empalidece el rostro y lo hace más sensible al frío en invierno y a la resecación en verano

• Un artefacto de alto riesgo llamado bañera

Según el francés Georges Vigarello, autor de Lo limpio y lo sucio, un interesante estudio sobre la higiene del cuerno en Europa, el rechazo al agua llegaba a los más altos estratos sociales. En tiempos de Luis XIV, las damas más entusiastas del aseo se bañaban como mucho dos veces al año, y el propio rey sólo lo hacía por prescripción médica y con las debidas precauciones, como demuestra este relato de uno de sus médicos privados: “Hice preparar el baño, el rey entró en él a las 10 y durante el resto de la jornada se sintió pesado, con un dolor sordo de cabeza, lo que nunca le había ocurrido... No quise insistir en el baño, habiendo observado suficientes circunstancias desfavorables para hacer que el rey lo abandonase”. Con el cuerno prisionero de sus miserias, la higiene se trasladó a la ropa, cuanto más blanca mejor. Los ricos se “lavaban” cambiándose con frecuencia de camisa, que supuestamente absorbía la suciedad corporal.

El dramaturgo francés del siglo XVII Paul Scarron describía en su Roman comique una escena de aseo personal en la cual el protagonista sólo usa el agua para enjuagarse la boca. Eso sí, su criado le trae “la más bella ropa blanca del mundo, perfectamente lavada y perfumada”. Claro que la procesión iba por dentro, porque incluso quienes se cambiaban mucho de camisa sólo se mudaban de ropa interior —si es que la llevaban— una vez al mes.

• Aires ilustrados para terminar con los malos olores

Tanta suciedad no podía durar mucho tiempo más y cuando los desagradables olores amenazaban con arruinar la civilización occidental, llegaron los avances científicos y las ideas ilustradas del siglo XVIII para ventilar la vida de los europeos. Poco a poco volvieron a instalarse letrinas colectivas en las casas y se prohibió desechar los excrementos por la ventana, al tiempo que se aconsejaba a los habitantes de las ciudades que aflojasen la basura en los espacios asignados para eso. En 1774, el sueco Karl Wilhehm Scheele descubrió el cloro, sustancia que combinada con agua blanqueaba los objetos y mezclada con una solución de sodio era un eficaz desinfectante. Así nació la lavandina, en aquel momento un gran paso para la humanidad.

• Tuberías y retretes: la revolución higiénica

En el siglo XIX, el desarrollo del urbanismo permitió la creación de mecanismos para eliminar las aguas residuales en todas las nuevas construcciones. Al tiempo que las tuberías y los retretes ingleses (WC) se extendían por toda Europa, se organizaban las primeras exposiciones y conferencias sobre higiene. A medida que se descubrían nuevas bacterias y su papel clave en las infecciones —peste, cólera, tifus, fiebre amarilla—, se asumía que era posible protegerse de ellas con medidas tan simples como lavarse las manos y practicar el aseo diario con agua y jabón. En 1847, el médico húngaro Ignacio Semmelweis determinó el origen infeccioso de la fiebre puerperal después del parto y comprobó que las medidas de higiene reducían la mortalidad. En 1869, el escocés Joseph Lister, basándose en los trabajos de Pasteur, usó por primera vez la antisepsia en cirugía. Con tantas pruebas en la mano ya ningún médico se atrevió a decir que bañarse era malo para la salud.
Fuente: http://www.portalplanetasedna.com.ar/que_sucios00.htm
Revista Muy Interesante Nro.226- Que Sucio Éramos Luis Otero-
PARA SABER MÁS: Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media. Georgs Vtgatello. Ed. Altaya. 997.

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