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17 de Junio: Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía.


Atención a este tema.
Este es un grave problema causado en los últimos tiempos, consecuentemente sólo lo tomamos en cuenta, cuando aparecen las noticias anunciando, perdida de cultivos, los ganados muertos, los pobladores preocupados. Una vez que la noticia pasa, pareciera que este problema encontró la solución. Sin embargo día a día se incrementa la “Desertificación”, en varios puntos del “Planeta”, incluyendo Argentina.
Si bien se vieron algunas noticias no se le da la importancia que esto demanda.

Ya en el año 1977 se celebró en Nairobi, Kenia, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación. En 1994 la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 17 de junio como el Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía En 1996 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la Desertificación constituyendo el primer y único marco legalmente vinculante a escala internacional que ha sido creado para hacer frente al problema de la desertificación. La Convención se fundamenta en los principios de participación, colaboración y descentralización, y ha sido suscrito por 192 países.
Aún así se sigue con el manejo inadecuado de las tierras, pasando por alto el daño ambiental, que inevitablemente impacta negativamente tanto en lo económico como lo social.
Se entiende por “Desertificación”, a la degradación de los suelos, que puede ser dada por causa de las variaciones climáticas y las actividades humanas.
Entre las causas naturales podemos destacar, la “Erosión Eólica” (desprendimiento, transporte y disposición del suelo por acción del viento), “Erosión Hidrica” ( impacto directo de la gota de lluvia sobre el suelo), “Salinización” (las sales de la tierra suben a la superficie del suelo, imposibilitando el crecimiento de las plantas).
Por parte de la acción antrópicas del hombre, se incrementa la situación a raiz del “Sobrepastoreo” (pastoreo inapropiado, demasiado ganado durante un largo periodo en tierras que no pueden recuperar su vegetación), “Monocultivo” (el caso de la soja), “Deforestación” (destrucción a gran escala de los bosques), entre otras cosas.
Podemos citar a la FAO: www.fao.org (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación).
Que explica detalladamente cuales son las principales consecuencias de la desertificacion:
Las consecuencias de la desertificación, fenómeno de degradación de suelos, dependen sin duda alguna de cuatro factores que varían según la región, el país y el año:
• la gravedad de la degradación y su extensión;
• la dureza de las condiciones climáticas del momento (especialmente la pluviometría anual);
• la numérica y la situación económica de las poblaciones afectadas;
• el nivel de desarrollo del país en cuestión.
Cuanto más subdesarrollado sea el país y más pobre su población, más graves serán las consecuencias de los efectos de la desertificación que pueden llegar incluso a hipotecar el futuro del país. Cuanto más difíciles sean las condiciones naturales, especialmente las climáticas, más crítica será la situación.
La desertificación debe contemplarse como una ruptura del frágil equilibrio que permitió el desarrollo de la fauna, de la flora y del ser humano en las zonas áridas, semiáridas y secas subhúmedas. Esta ruptura del equilibrio y de los procesos físicos, químicos y biológicos que lo mantenían en vigor desencadena una serie de procesos autodestructivos en los que intervienen todos los elementos que antes favorecían los procesos vitales. Así pues, la vulnerabilidad de los suelos a la erosión eólica e hídrica, la reducción del nivel de las capas freáticas, la menor regeneración natural de las plantas herbáceas y leñosas, y el empobrecimiento químico de los suelos son las consecuencias inmediatas de la desertificación y al mismo tiempo causas del empeoramiento de este fenómeno. La desertificación es un proceso que se autoalimenta.
Por este motivo, las consecuencias de la desertificación son extremadamente graves para las poblaciones pobres de los países en desarrollo. De hecho, al limitar las posibilidades que brinda la naturaleza, la desertificación reduce la producción y le da un cariz cada vez más aleatorio. Obligada a resolver lo posible cuanto antes, la población hace lo que puede para sobrevivir, y esta actitud lamentablemente contribuye a empeorar la desertificación y a impedir cualquier clase de desarrollo.
La primera reacción de una población que intenta sobrevivir es intensificar la explotación ya excesiva de los recursos naturales más accesibles a costa de una labor enorme. El segundo paso consiste en liquidar todo lo que se posee, equipos inclusive, para encarar las necesidades monetarias engendradas por el desarrollo (escuelas, atención médica, pagos por el mantenimiento de bombas de agua) o de una crisis alimentaria (compras de víveres). El tercero es el rápido aumento de la emigración rural: los varones adultos o los jóvenes de ambos sexos emigran por temporadas o durante varios años en busca de trabajo a otras regiones del país, especialmente a las ciudades, o fuera del país. A voces se trata de un éxodo masivo en el que toda la población se pone en marcha en búsqueda de condiciones de vida más aceptables.
Estas estrategias de supervivencia suelen conllevar la ruptura de la comunidad y a veces de la familia El ser humano que trata de sobrevivir en condiciones adversas suele encerrarse en sí mismo y comienza a comportarse de manera individualista, actitud que puede causar conflictos entre grupos étnicos, familias o individuos.
Por último, la desertificación agrava el impacto de las catástrofes climáticas (sequías) y políticas (guerras) ocasionando sufrimientos y muertes a centenares de miles de seres humanos.
Todas estas consecuencias debilitan aún más las economías de los países en desarrollo, sobre todo cuando la desertificación abarca la mayor parte del territorio. Los países africanos de las zonas áridas, semiáridas y secas subhúmedas son especialmente vulnerables a la desertificación y los que más sufren sus consecuencias. La economía de estos países no logra salir de un ciclo en el que la pobreza obliga a encarar las situaciones de urgencia; en el que se contraen deudas cada vez mayores, que a su vez hipotecan toda posibilidad futura de realizar inversiones productivas.
La desertificación provoca sin embargo también una modificación en sentido positivo del comportamiento. Las mujeres se enfrentan con nuevos problemas provocados por la ausencia de los hombres que han emigrado en busca de trabajo; y los jóvenes aspiran por su parte a una vida más fácil y con más posibilidades de futuro.
Las mujeres piden un acceso de pleno derecho a la tierra y en particular a la que trabajan. La aprobación de la comunidad es un factor de motivación, y ellas suelen intentar de buen grado llegar a una solución intermedia, a un consenso, con las leyes de tenencia de la tierra de la comunidad. La lucha contra la desertificación no debe pasar por alto ni subestimar la movilización de las mujeres.
Un reconocimiento de la importancia de espaciar los partos es otro factor positivo. En muchos lugares del mundo las mujeres suelen estar dispuestas a hacerlo siempre y cuando cuenten con la aprobación de los hombres y con el apoyo del gobierno.
Por un lado, la desertificación a menudo ha provocado una disminución del uso del material agrícola y, por el otro, ha ayudado a ampliar los conocimientos técnicos, especialmente los que se refieren al medio ambiente y a su conservación. Los microproyectos que desde hace unos quince años se han llevado a cabo en todo el mundo constituyen un acervo de conocimientos, prácticas y técnicas y un punto de partida que no habría que olvidar. Igualmente, numerosos habitantes de las zonas rurales de todo el mundo están cambiando o ya han modificado su visión del medio ambiente y la relación que mantienen con él. El medio ambiente se considera cada vez más como un medio delicado, descuidado y sobreexplotado en el pasado que necesita muchos cuidados y trabajo para compensar los errores y la irreflexión anteriores; y como un espacio que pertenece a los habitantes de las zonas rurales, cuyos deseos cada vez mayores de apropiarse de las tierras y de la organización (agrupaciones, cooperativas, asociaciones de aldeas para el desarrollo, asociaciones locales autónomas) son prometedores.
En fin, no podemos descuidar este problema, que existe en todo el mundo.
Hace tiempo que en zonas de la Argentina se presento esta seria situación, en la Puna, Chaco Semiárido, Cuyo, Región Pampeana Semiárida, Patagonia.
Es fundamental el respeto y el cuidado de la tierra, este recurso natural tan vital para la vida humana.
Cordialmente. Marisol

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